sábado, 1 de junio de 2013

ALFONSINA STORNI

Recordando a Alfonsina

El 29 de mayo, se recordó  el natalicio de Alfonsina Storni.
Esta poeta argentina nacida  es uno de los íconos de la literatura posmodernista. Con una infancia difícil y con carencias y luego una vida con recurrentes enfermedades, su poesía está impregnada de lucha, audacia, amor y una reivindicación del género femenino.




Alfonsina Storni fue una poeta, escritora y maestra argentina nacida en Suiza de audaz personalidad y escritura sensual e íntima en sus inicios, luego más cerebral y simbólica.



Alfonsina Storni nació en Capriasca, la comuna suiza del Cantón del Tesino, el 22 de mayo de 1892, siendo la tercera hija de la familia Storni. Tras cuatro años en Suiza, la familia se traslada a la provincia de San Juan (Argentina) en 1896 y más tarde hacia Rosario. 



La infancia de Alfonsina Storni fue dura, la familia siempre tuvo apremios económicos y los proyectos que encararon, entre ellos un café cerca de la estación de trenes, fracasaron. Comenzó lavando platos para ayudar a la familia y luego trabajó como costurera en una fábrica de gorras. 



En 1907 llegó a Rosario la compañía de Manuel Cordero, un director de teatro itinerante y Alfonsina Storni formó parte de ella como reemplazo de una actriz que se enferma, recorriendo con la compañía las provincias argentinas de Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán. 



A su regreso Alfonsina Storni decide estudiar la carrera de maestra en la Escuela Normal de Coronda, donde se recibe tiempo después con aptitudes sobresalientes. Comienza a dar clases y participa en dos revistas literarias, "Mundo Rosarino" y "Monos y Monadas", donde comienzan a circular sus poemas. 



En 1911, Alfonsina Storni se traslada a Buenos Aires y al año siguiente nace su hijo Alejandro, enfrentando su cuidado y crianza en forma solitaria, que la define como una mujer de fuerte personalidad. Trabajando como cajera en una tienda y en la revista "Caras y Caretas", publica en 1916 "La inquietud del rosal", sorprendiendo por su capacidad de introspección. 


Ese mismo años aparecen varios de sus poemas en la revista "Mundo Argentino", donde comparte espacio y reuniones con poetas de la talla de Amado Nervo y Rubén Darío, a quienes admiraba profundamente. 



En 1918 publica "El dulce daño", y se organiza una reunión para celebrar la aparición de la obra, siendo oradores Roberto Giusti y José Ingenieros, su gran amigo y protector. 



Promediando 1922, Alfonsina Storni conoce al escritor uruguayo Horacio Quiroga, de gran influencia en su carrera literaria. Tiempo después intervino en la creación de la Sociedad Argentina de Escritores y su participación en el gremialismo literario fue intensa. En 1935 Alfonsina Storni es operada de un cáncer de mama, logrando sobreponerse por un tiempo, pero al año siguiente vuelve la incertidumbre y el temor por la renuencia de la enfermedad. 



El 23 de octubre de 1938, viajó a la ciudad de Mar del Plata y en la madrugada del martes 25, Alfonsina Storni abandonó su habitación y se dirigió al mar. Esa mañana, dos obreros descubrieron su cadáver en la playa. La noche anterior al suicidio, escribió un poema dirigido al hijo que llamó "Poema de despedida" ( http://www.youtube.com/watch?v=riymcCkFP5s) y lo envió al diario "La Nación".

"ALFONSINA Y EL MAR" : http://www.youtube.com/watch?v=E3JjIvsLLQQ (Por Patricia Sosa)
                                                   http://www.youtube.com/watch?v=elFfCLa6wNM (Por Mercedes Sosa)

Para recordarla te traemos algunas de sus mejores frases:




“Sólo el hombre, pequeño, cuyo humano latido en la tierra es un sueño, ¡Sólo el hombre hace ruido!”



“Gimen porque nace el sol. Gimen porque muere el sol...Todo está allí, apretado en la cuenca, donde, pájaro quieto, aguarda.”



“¿Cómo decir este deseo de alma? Un deseo divino me devora; pretendo hablar, pero se rompe y llora esto que llevo adentro y no se calma.”



“Selvas tengo en el corazón; árboles gruesos prietos de ramas; yuyos, retamas, flores de malvón, pájaros en las ramas, todo eso tengo en mi corazón.”



“ (...) La primavera dulce que me enseñara a amarte, la primavera misma que me ayudó a lograrte.”



“Seré en tus manos una copa fina pronta a sonar cuando vibrarla quieras... Destilarán en ella primaveras, reflejará la luz que te ilumina. Seré en tus manos una copa fina.”



“Que un no ser, que es un más ser, doblado, prendido estás aquí y estás ausente por praderas de magias y de olvido.”



“Tus manos, heridas de intrincados caminos, son la historia de una raza de amadores.”



“Mariposa ebria, la tarde, giraba sobre nuestras cabezas estrechando sus círculos de nubes blancas hacia el vértice áspero de tu boca que se abría frente al mar alineando sus blancos lobeznos.”



“ (...) Y yo no tendré miedo de morenas ni rubias, pues cerraré los ojos y te diré: soy tuya.”



“¿De qué desierto antiguo eres memoria que tienes sed y en agua te consumes y alzas el cuerpo muerto hacia el espacio como si tu agua fuera la del cielo?”



“Vueltas y vueltas doy por esas calles; por donde quiera, me siguen las paredes silenciosas, y detrás de ellas, en vano saber quiero si los hombres mueren o sueñan.”



http://www.youtube.com/watch?v=zNH4cCZhFnc
"Tú me quieres blanca": http://www.youtube.com/watch?v=G3aJsWxMcVY&NR=1&feature=endscreen
"Hombre Pequeñito".

Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
suelta a tu canario que quiere volar.
Yo soy tu canario, hombre pequeñito,
déjame saltar.
Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes
ni me entenderás.
Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
ábreme la jaula, que quiero escapar;
hombre pequeñito, te amé media hora,
no me pidas más.


Sobre la muerte de Alfonsina Storni

El municipio descubrió una placa en la residencia donde la poetisa vivió sus últimos días. ¿Qué pasó exactamente la noche del 25 de octubre de 1938?
Publicada 10/3/2013 | 9 comentarios
imagen
por Agustín Marangoni

Refutar un mito es engorroso y poco saludable. Las ciudades son su pasado, sus leyendas, sus imposibles, sus exageraciones. Sin embargo, es interesante bajar al desván de la historia para desempolvar versiones ocultas, a pesar de que sean menos románticas que la voz que corrió de boca en boca durante décadas.

Dice el relato popular que Alfonsina Storni había acordado morir junto con el escritor  Leopoldo Lugones, amigo íntimo que se envenenó en 1937. Pero a último momento desistió. En octubre de 1938, la escritora, abrumada por una profunda tristeza fruto de la pérdida de un amor, e inspirada por la decisión de su amigo, se dirigió hacia la playa y se internó caminando en el mar hasta que las olas le cortaron la respiración. La imagen creada es la de una poetisa destruida por la angustia que se dirige a la muerte, vacilante. Probablemente la canción Alfonsina y el mar escrita por Ariel Ramírez y Félix Luna haya colaborado a diseñar esa versión romántica de su suicidio.

El cuadro fue muy distinto. La noche del martes 25 de octubre de 1938 Alfonsina concretó un plan que estaba fraguando hace largos meses. Mediante una intervención quirúrgica, a la que tuvo que someterse en 1935 para combatir un cáncer, le amputaron un seno. A pesar de que la cirugía sirvió para combatir en parte la enfermedad, la poetisa nunca se recuperó de aquella agresión, sentía que su cuerpo había sido mutilado, se reconocía incompleta, lo cual la hundió en una tremenda depresión que la acompañó los últimos años de su vida. También soportaba dolores agudos que sólo las dosis de morfina que se aplicaba diariamente eran capaz de calmar. Y sufría de neurastenia.

La ciudad elegida para terminar con su vida fue Mar del Plata, aunque ya había intentado suicidarse en el Río de la Plata y en el Tigre. No pudo por cuestiones del azar: una persona que la reconoció y se acercó a hablarle. Acorde al comportamiento de la mayoría de los suicidas, sentada en el escritorio de su habitación escribió una nota temblorosa en tinta roja que decía Me arrojo al mar. Dos días antes había garabateado su famoso poema Voy a dormir, dedicado a su hijo, para las páginas del diario La Nación. Estos versos sirvieron como carta de despedida. Un dato curioso es que el lunes 24 por la mañana había querido comprar un revolver, pero no se lo vendieron porque, de acuerdo con una reglamentación de la época, las mujeres no podían portar armas de fuego.

A la una de la mañana del martes salió a la calle en el más absoluto silencio. Nadie la vio partir. Ella estaba hospedada en el Hotel San Jacinto, ubicado en 3 de Febrero 2861, propiedad de Luisa Orioli de Pizzigati –donde ubicaron la placa–. A paso lento avanzó por las calles polvorientas hasta llegar a la escollera del Club Argentino de Mujeres, que en aquel momento se elevaba sobre el mar en una extensión de 200 metros, exactamente donde hoy se encuentran las playas que llevan su nombre. Uno de sus zapatos quedó atrapado entre los fierros antes de saltar al agua.

Durante el trayecto pudo haberse arrepentido mil veces, pero no: la decisión ya estaba tomada. Sus pies avanzaron impávidos en la noche marplatense; atravesó el espigón y se lanzó al mar donde llenó –inhalando sumergida– sus pulmones de agua. En menos de tres minutos murió asfixiada.

La muerte fue premeditada, es evidente, y su metodología también. Según explican las principales enciclopedias médicas, sin oxígeno el daño cerebral permanente se puede presentar en 4 minutos, pero ya a los 40 segundos los centros nerviosos se paralizan y se pierde el conocimiento. El tema principal en este caso es que la asfixia también produce una sensación corporal placentera. El Marqués de Sade, por ejemplo, utilizaba este recurso dentro de los tantos juegos extremos a los que sometía a sus personajes para acrecentar el placer sexual. Además está clínicamente comprobado que los ahorcados presentan siempre post-mortem una cantidad importante de semen en la uretra, e incluso pueden llegar a eyacular en pleno estado de inconsciencia. Es decir, la muerte de Alfonsina Storni, más allá de la tragedia de su suicidio, no fue tan dolorosa como se la imagina.

El cadáver de la escritora fue encontrado por los obreros Atilio Pierini y Oscar Parisi postrado en la orilla, azul por el frío y salpicado con arena. Llevaba horas humedecido por el mar de octubre. La Nación tituló al día siguiente “Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran poetisa de América”. Y el mito comenzó a crecer.

Entre las líneas de sus poemas aparecieron pinceladas de romanticismo nunca antes vistas, fue así que su obra tomó un nuevo camino. El modo de darle fin a una vida, supuestamente aplastada por la angustia de un desamor, había sacudido el ámbito de las letras argentinas.

Pese a cualquier versión de su suicido, el talento de Alfonsina Storni no es un invento de la tragedia. Su obra máxima, Ocre, fue un punto de inflexión en la literatura argentina. Aún hay quienes niegan que haya tenido tanta importancia dentro del movimiento feminista y que sus versos sean tan geniales como la crítica de aquellos años consideraba. Pero en cada rincón del mundo hay un refutador a la espera de mostrar sus colmillos. Lo mejor, tal vez, es escuchar el tintineo de todas las campanas y recién luego elegir uno. Como este relato de su suicidio, que perfectamente puede quedar en el olvido. Es probable que la historia de amor sea más conveniente. Y fantásticamente real.