jueves, 19 de septiembre de 2013

SUCESOS: Efemérides del 19 de septiembre.


1854 Nace Florentino Ameghino, notable paleontólogo:


Nació en Luján (Buenos Aires) el 18 de setiembre de 1854
Florentino Ameghino fue la primera gran figura de la ciencia nacional y la que alcanzó, seguramente, mayor trascendencia internacional. Fue un autodidacta, que puso por alto el prestigio científico del país sin más fuerzas que su formidable tesón y el apoyo de su hermano Carlos, y sin más financiamiento que los exiguos fondos obtenidos de una librería, negocio que manejo durante años en La Plata.
Sin perjuicio de esta limitada condición, Ameghino produjo obras que no tuvieron igual en su tiempo y en su país, como la monumental Contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles de la República Argentina, de 1889, que le valió la medalla de oro en la Exposición Universal de París, o Filogenia, principios de clasificación transformista basados sobre leyes naturales y proporciones matemáticas, que lo ubicó entre las pocas figuras mundiales del enfoque paleontológico de la biología evolutiva. En palabras de Sarmiento, Ameghino era entonces, "un paisano de Mercedes que aquí nadie conoce, pero que es admirado por los sabios del mundo entero."
 
En su trayectoria científica se pueden distinguir tres etapas. La primera, que coincide con su juventud, estuvo especialmente dedicada a las exploraciones del suelo pampeano y a estudios sobre la antigüedad del hombre en América. Se puede decir que en este período, que abarca desde 1875 a 1882, Ameghino fue un antropólogo.
La segunda etapa es la más trascendente de su producción científica. Vuelto de Europa con un gran caudal de conocimientos -adquiridos de sus colegas, y en los museos de París, Bruselas y Londres-, y con el material que provenía de los viajes expedicionarios de su hermano Carlos a la Patagonia, Ameghino fue realizando un monumental estudio de cientos de fósiles, que interpretaba a la luz del evolucionismo darwiniano, aún cuando esta teoría no se hallaba   firmemente establecida entre los naturalistas. Son también estos los años en los que más sufre y más lucha contra la pobreza; financia sus emprendimientos con las ganancias de una modesta librería y sólo en 1903, cuando prácticamente había completado su obra, recibió la primera designación duradera del Estado. Cierra esta etapa de su vida en 1906 con Formaciones sedimentarias del Cretáceo Superior y del Terciario de Patagonia, una obra de síntesis que no se limita a las descripciones, sino que plantea hipótesis sobre la evolución de los diversos mamíferos y analiza las distintas capas de la corteza terrestre y sus posibles edades.
Finalmente, entre 1907 y 1911, vuelve Ameghino a su primitiva dedicación: el hombre fósil, las descripciones de los primeros habitantes, sus industrias y culturas.


1870 Los alemanes inician el sitio de París. Durará 135 días:



El sitio de París, entre el 19 de septiembre 1870 al 28 de enero 1871, y la consecuente ocupación de la ciudad por las tropas del Reino de Prusia fue una de las causas decisivas que llevaron a la derrota y posterior caída del Segundo imperio francés y la proclamación del II Imperio Alemán, en la Galería de los espejos del palacio de Versalles el 18 de enero 1871.
Después de la destrucción del Ejército de Chalons en la Batalla de Sedan, el general prusiano Helmuth Karl Bernhard von Moltke ordena al tercer ejército, estacionado en el río Mosa, compuesto por 150.000 hombres, marchar hacia París iniciando el cerco de la capital. El general Louis-Jules Trochu intentó organizar la defensa de la ciudad, para ello contaba con un ejército de 500.000 hombres parapetado tras un anillo de fortificaciones conocidas como el Muro de Thiers. A la espera de la llegada de las fuerzas prusianas, se hizo acopio de provisiones (ganado almacenado en el centro de la ciudad) que no evitó la muerte de centenares de civiles por falta de alimentos durante el asedio. Mientras una parte del gobierno de”Defensa Nacional” abandonaba París para refugiarse en, Tours, como el mismo Leon Ganbetta, que escapó del asedio a bordo de un glovo aerostático. El '"anillo de hierro" iba siendo completado por las fuerzas prusianas y el Cuartel General de Guillermo l se establece en el Palacios de Versalles.


1921 Se inaugura en Argentina el Teatro Nacional Cervantes:



La inauguración del Cervantes el 5 de setiembre de 1921, tuvo una doble significación. Por un lado, para el país, constituyó un verdadero acontecimiento cultural y social que convocó a artistas, intelectuales, políticos y, por cierto, a lo más granado de la sociedad de principios de siglo. El suceso mereció un despliegue excepcional por parte de la prensa porteña. Por otro, fue la cristalización del sueño más anhelado de la actriz española María Guerrero y su esposo Fernando Díaz de Mendoza, matrimonio que no sólo empeñó su voluntad y toda su energía, sino su fortuna personal para concretar el proyecto de construir en Buenos Aires el estupendo coliseo.
Actriz, directora de escena, maestra de artistas y musa inspiradora de los dramaturgos de su tiempo, María Guerrero llegó por primera vez a Buenos Aires en 1897, encabezando la compañía que dirigía con su esposo.
Tenía 30 años y un nombre que se asociaba con la renovación del arte dramático y escénico de España, donde el público la amaba. Sin ella, el teatro español contemporáneo, acostumbrado hasta aquel momento a los telones pintados y a un vestuario adquirido en las proximidades del Rastro, no hubiera alcanzado el apogeo que consiguió. Para el público burgués de entonces fue una revelación ver reconstruido el drama histórico en su verdadero ambiente y presenciar la comedia de salón en su apropiado marco de elegancia. No fue menor el reconocimiento del público argentino. La compañía Guerrero- Diaz de Mendoza o del Teatro de la Princesa de Madrid, que la Guerrero y su marido dirigían, rápidamente consolidó su prestigio en Buenos Aires. Durante la primera década del siglo XX, el desaparecido teatro Odeón la esperaba cada año para la presentación del amplio repertorio que ya sabía de los aplausos del público español. Jacinto Benavente, Eduardo Marquina, los hermanos Quintero, Ortega Munilla, y, por supuesto los clásicos Calderón, Tirso de Molina, Rojas, Ventura de la Vega, eran los autores preferidos de la actriz.
Los diarios y las revistas de la época no dejaban de elogiar las presentaciones de María Guerrero: "Su admirable temperamento, su vasta cultura artística, su dicción impecable..." "Las temporadas del Odeón constituyen uno de los acontecimientos salientes -y más cariñosamente esperados- de la vida invernal de la metrópoli... No sólo en el teatro, sino también en los salones y en las tertulias selectas de nuestro mundo social, se acogen y celebran íntimamente los rasgos ya familiares de la gentil artista: su conversación espiritual, su gracia tan castellana, su porte distinguido, en suma, su cultura de elevado gusto".
María Guerrero era una aristócrata a la española. Así la consideraban sus seguidores y también los intelectuales de la época por su amor al prójimo y por su sentido democrático de la vida. Es verdad que ella y su marido vivían y viajaban siempre como grandes señores que satisfacían sus deseos y caprichos; sin embargo, una generosidad sin límites impulsó siempre las acciones del matrimonio.

ALUMNOS DE 4º 1º:Juan Quiroz,Pablo Sanchez, Franco Gonza,Leonel Lopez.