Lectura en voz alta
|
La lectura en voz alta es una variante de la
comunicación oral. No se trata de una situación de lectura: es una comunicación
que se basa en la lectura. Sólo puede ocupar en el itinerario del aprendizaje
de un niño un segundo lugar en relación a la lectura.
Leer en voz alta es
una actividad difícil que exige, no solamente la comprensión previa del texto
leído, sino también una toma de conciencia de dicha comprensión.
En la lectura en voz
alta el lector dice lo que previamente ha comprendido. Se observa entonces una
disociación entre la dicción y los movimientos oculares, precediendo netamente
estos últimos a la primera. En el momento de la dicción la mirada se dirige a
la audiencia, a quien se dice lo que se ha leído una fracción de segundo antes.
La oralización
consiste en decir lo que se ve en el momento en que se ve: movimientos oculares
y dicción son indisociables e, interfiriéndose mutuamente, producen una
enunciación fragmentada característica de la lectura escolar.
- Aprender a leer significa aprender a construir
sentido en relación a un proyecto.
- Aprender a leer en voz alta significa aprender
a utilizar las lecturas como contenidos posibles de comunicación oral.
El profesor Suárez
Muñoz propone este esquema:
Lectura en voz alta
|
Lectura silenciosa
|
|
Función
|
comunicación
|
interpretación
|
Órganos
intervinientes
|
ojos
+ fonadores
|
ojos
|
Ritmo
|
el
del habla
|
el
de la comprensión
|
Naturaleza
|
colectiva
y pública
|
individual
e íntima
|
Se
centra en
|
significante
|
significado
|
La lectura en
voz alta –entendida como un acto de comunicación expresiva– requiere que el
oyente no posea delante el texto porque entonces se producirían dos efectos
negativos:
- no escucharía;
- su propia comprensión se vería dificultada por
el «ruido» que produciría su compañero al leer en voz alta.
De una lectura en voz
alta en la que el público posee el texto se pueden derivar tres situaciones
paradójicas y esperpénticas:
1.
Los alumnos que tienen un nivel de
lectura elemental se sienten mal porque no son capaces de seguir el ritmo de
quien les lee.
2.
Los que poseen un nivel de lectura
mejor que el lector-oralizador, se pierden movidos por el aburrimiento –ellos
van más rápido– y no comprenden bien porque su concentración se obstaculiza por
la sonorización de su compañero.
3.
Sólo aquellos oyentes que están en el
mismo nivel lector (si eso es posible) que el colega que oraliza, podrán sentirse
medianamente cómodos.
La lectura expresiva
puede ser un magnífico ejercicio de comunicación oral, ya que el lector aprende
a intervenir en público sin miedo e incrementa su competencia en expresión
oral. Además, como oyente aprende a escuchar con respeto, crítica y
activamente.
La lectura expresiva
requiere un minucioso periodo de preparación, ya que es una especie de
representación. Por otro lado, es prioritario que se realice una pausada y
cuidadosa selección de textos procurando que sean adecuados al nivel
intelectual de los niños y a sus intereses y capacidades de comprensión y
escucha.
A la hora de
planificar una didáctica eficaz de le lectura expresiva es
preciso contemplar un periodo riguroso de modelado en el que lectores
eficientes –no sólo el maestro– muestren de modo práctico cómo se debe realizar
la lectura oral comunicativa y expresiva de textos de diversas características
(en tipologías, extensión, intenciones, tonos, etc.).
El papel de la
familia en la didáctica de lectura expresiva también es importante porque
cuentan con la gran ventaja de poseer unos vínculos afectivos estrechos con sus
hijos, lo cual mueve a estos a desear imitar los comportamientos paternos. Los
padres que leen a sus hijos con entusiasmo –llevando a cabo la lectura de
regazo de la que habla el profesor Quintanal– están sembrando su imaginario
lingüístico con una experiencia inimitable de «didáctica del sentimiento».
La adquisición de la
técnica de la lectura expresiva –nos recuerda el profesor Suárez– debe ir de la
lectura oral a la expresiva, pasando por la silenciosa, trabajándose tres
aspectos estrechamente vinculados a la comunicación oral:
- La optimización de la articulación de todos
los sonidos.
- La corrección de errores fonadores: adiciones,
omisiones, sustituciones, regresiones y repeticiones.
- La entonación –lingüística y emocional– que
aporta sentido y expresividad a la lectura y que un aspecto de la
didáctica de la lectura lleno de complejidad.
La evaluación de la
lectura en voz alta no se realizará en «pruebas» específicas (que provocarían
la desconcentración del lector al sentirse observado y evaluado), sino que se
llevará a cabo de un modo continuo y prácticamente imperceptible para el
lector; de modo será realmente una valoración objetiva al observar al lector en
la producción espontánea y natural de su lectura expresiva.
Para que se produzcan la «comunicación basada en la
lectura» y
de verdadera «lectura
expresiva» se han de cumplir una serie de
requisitos que
pasamos a describir.
a. Antes de la lectura
·
Pensar en los destinatarios, en si les va a interesar el texto, en sus características,
en
su capacidad de escucha y sus hábitos de atención y comprensión (¿entenderán
el lenguaje,
la trama, los conceptos básicos?).
·
Si el lector lee un texto es porque desea comunicar «algo» a un
auditorio. Sólo se
puede transmitir un mensaje si el lector ha tenido tiempo
suficiente para «adueñarse» del
texto. Para ello se le dará la oportunidad de
bucear en su contenido, tratando de resolver
todas sus dudas de comprensión y
de encontrar su modo personal de poner el texto al
alcance de los oyentes.
·
Si el lector no comprende el texto de un modo global ni conoce el
significado de sus
palabras clave, estará incapacitado para realizar una
lectura auténticamente eficaz.
·
No sólo se deberá tener en cuenta la entonación lingüística (marcada por
los signos
ortográficos, por ejemplo, las interrogaciones y exclamaciones) sino
también la entonación
emocional (las frases se entonan sobre todo en función de
su contenido semántico).
·
La lectura en voz alta requiere un gran esfuerzo mental y psicológico al
lector porque
le sitúa ante el «riesgo» de ser entendido, pero también ante la
posibilidad de ser
cuestionado por su estilo y por la calidad de su
oralización.
·
El lector debe disfrutar (en lo intelectual, recreativo o ideológico)
con el texto que va a
comunicar; de lo contrario su lectura resultará violenta
y poco espontánea. Si no disfruta
leyendo, el público lo percibirá y se sentirá
incómodo y acabará desconectando.
·
Antes de la puesta en escena de la lectura se realizarán varios
ensayos ante un
pequeño público de confianza que sabrá escuchar con calidez y
que criticará
constructivamente.
·
Grabar estos ensayos y escucharlos autocríticamente para analizar fallos
de
pronunciación, entonación, ritmo, etc.
·
Se realizarán ejercicios de relajación para conseguir un tono corporal
sereno y
equilibrado.
·
Se creará un clima apropiado captando la atención y el sosiego de los
oyentes
mediante, por ejemplo, una música relajante, una modulación de la luz
(reduciendo la
luminosidad de la sala, excepto un foco no excesivamente potente
enfocado hacia el lugar en
el que se situará el lector).
·
Generar expectación entre los oyentes mediante una introducción breve
pero incisiva
y sugerente que les haga sentir que están ante una ocasión
privilegiado de disfrutar de la
palabra hablada.
b. Delante de los oyentes
·
El lector debe situarse ante el auditorio en unas condiciones óptimas
(visibilidad, comodidad, sonoridad, etc.) que le permitan sentirse a gusto.
·
Se controlará la respiración, para lo cual la postura corporal ha de
permitir la
recepción y emisión natural del aire durante la fonación de las
frases.
·
Si el lector está de pie puede moverse de un lado para otro –sin
excesos–, si lo desea,
para así captar mejor la atención de todos (que se
sentirán más «aludidos» si el lector les
mira de frente y se acerca). Todo ello
sin sobreactuar.
·
El texto será sujetado de un modo correcto: sin tapar con él el rostro
del lector, ni tan
bajo que le obligue a mirar hacia abajo, lo cual haría
perder sonoridad.
·
Se llevará el texto tan dominado que el lector podrá levantar los ojos
con frecuencia y
así podrá observar si está captando la atención de los
lectores y sus reacciones.
·
Si la lectura se apoya en algún tipo de imágenes (ilustraciones,
esquemas, etc.), hay
que asegurarse de que todos puedan verlas y de que no sean
un motivo para la
«desconexión» del auditorio respecto al mensaje que transmite
el lector.
·
Leer sin prisa, saboreando, degustando el texto.
·
En todo momento se cuidará que la voz transmita la «temperatura
emocional» del
texto, adecuándola al contenido tanto en modulación como en
timbre, volumen y
entonación. En la eficacia con la que el lector maneje esta
última se juega gran parte del
éxito de su lectura, porque le permitirá
crear un clima cálido y comunicativo o se convertirá
en un obstáculo insalvable
entre el emisor y los receptores.
·
Cada texto requiere un tono, una modulación, unas inflexiones. No se
leen de igual
manera una historia tétrica, un relato irónico, un poema, un
ensayo, una noticia, etc.
·
El lector tiene que dar tiempo a los oyentes para reaccionar si el texto
les provoca
respuestas espontáneas (miedo, repulsa, risa, sorpresa...). Al
mismo tiempo, no evitará
transmitir sus propias emociones, ya que eso dará a la
lectura mayor naturalidad e
intensidad.
·
Los cambios de ritmo y algunas pausas son recursos ideales para mantener
el interés
del público: si la acción pasa por un momento acelerado, se leerá
con mayor velocidad; si se
ralentiza el tempo narrativo, el lector reducirá la
vivacidad.
·
No dejar un texto a medias. Si su extensión es excesiva para una sola
sesión, definir
con claridad los capítulos de modo que la comprensión no se
resienta al dejarla para otro
día. La fractura debe hacerse con habilidad para
que oyente esté deseando que le sigan
leyendo.
·
Iniciar la siguiente sesión con una recapitulación de lo leído que
permita al auditorio
recordar y reengancharse. Puede establecerse un diálogo
breve lector-oyentes para que
estos se sientan involucrados.
·
Al finalizar, se debe establecer un diálogo para comprobar si el texto
ha gustado, si se
ha entendido, que ha sugerido, etc. Debemos tener presente
que el objetivo es establecer
un contacto emocional con cada uno de los
oyentes.